Las ecorregiones marinas son unidades ecológicas que buscan delimitar y clasificar distintas zonas del océano con características similares en base a hábitats dominantes, elementos geomorfológicos, corrientes y temperatura. Por otro lado, las ecorregiones pueden clasificarse a su vez en subunidades, como son los macroecosistemas. Estas clasificaciones nos ayudan a planificar y tomar decisiones respecto a estas unidades y su biodiversidad para así definir prioridades y acciones de conservación marina.
El compromiso de alcanzar la protección de al menos un 10% de los ecosistemas marinos (Meta Aichi 11) no está logrado en toda la Patagonia chilena. Si bien las superficies protegidas de algunas ecorregiones patagónicas son significativas y alcanzan un 17,7% del total de la ZEE -sólo considerando las AMP- o 21,4% de ella -considerando tanto las categorías de AMP como los espacios marinos del Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (SNASPE)- no se logra con ellas una representación adecuada de todos los macroecosistemas propuestos por el MMA (Guijón et al., 2021) si se considera la categorización propuesta por este (MMA 2016) en relación con los macroecosistemas identificados (Figura de la derecha).
Bajo esta premisa, hay ocho macro-ecosistemas (25%) patagónicos que prácticamente no tienen protección alguna, a saber: Costa de Chiloé continental, Costa Este de Chiloé, Fiordos de Chiloé continental, Fiordos de la Patagonia Central, Bahía Inútil, Nassau Hornos, Batibentónico y Mesobentónico. Por otra parte, 16 de los macroecosistemas (50% de ellos) tienen más del 30% de su superficie bajo protección (con 7 de ellos sobre el 90% de su superficie protegida) y los ocho restantes (25% del total) con una protección de entre 10 y 30%.
Sin embargo, quedan prácticamente sin protección algunos espacios clave de la ecorregión Chiloé-Taitao que han sido sistemáticamente descritos como relevantes, como son el macroecosistema de la Costa Expuesta de la Patagonia Norte (que incluye el golfo Corcovado) y los macroecosistemas de la Costa Este de Chiloé y Costa de Chiloé Continental (que incluyen el mar interior de Chiloé; Hucke-Gaete et al. 2010; Bedriñana-Romano et al. 2018; 2021). Asimismo, de acuerdo con las metas internacionales y nacionales, en todos estos casos el análisis de representatividad analiza solo la protección mediante la creación de AMP, sin considerar (conforme a esas mismas metas) la efectividad de la gestión, la conectividad entre AMP y la equidad, entre otras consideraciones (Guijón et al., 2021).
Guijón et al. (2021) hacen notar que, de los 31 macro-ecosistemas listados para la Patagonia chilena, 8 aún no alcanzan una cobertura suficiente para llegar al 10% propuesto por la Meta de Aichi, aun sumando la superficie marina de las áreas protegidas del SNASPE. Este número aumenta a 15 macroecosistemas insuficientemente protegidos si sólo se considera la protección mediante AMP. En cambio, si nos atenemos a la meta de 30% recientemente asumida por el gobierno de Chile[1], el número de macro-ecosistemas que aún no alcanza dicha meta es de 15 con todas las categorías de áreas protegidas existentes (AMP y SNASPE) y de 23 considerando solo las AMP.